Segunda parte. (Viene de «El sensiblero y salvado por una falda».
Aquí entra en el relato nuestra señora “granito”, una pequeña piedra de unos 5 mm de diámetro que había recorrido un largo camino en el dibujo del neumático de una camioneta hasta la estación de servicio.
Allí se subió al lampazo y llegó al jardín con su cara manchada de aceite junto a tres papelitos y un chicle.
Gonzalo, ignorante de su presencia camuflada con los colores de la tierra que la había recibido, sigue hermoseando el lugar, dentro de las posibilidades claro está.
El cabezal de la desmalezadora que estaba utilizando tenía una tanza de unos 2,4 mm para el corte, de color amarilla. No es muy gruesa y permite acabados decentemente prolijos gracias a la pericia del operario.
Esa tanza golpeó sin piedad a “granito” haciéndola volar unos 25 metros y deteniendo de forma brusca su trayectoria al golpear el vidrio nuevo, del camión nuevo, que en su primer viaje estaba allí.
El vidrio colapsó en miles de diminutos pedazos y con ello cae al suelo el espejo retrovisor adherido a él.
No te podés imaginar la reacción de Heriberto frente a ello cuando el sonido interrumpe la jocosa charla que tenía con un amigo.
Casi se come crudo y con toda la ropa a Gonzalo.
Un playero corre a mi encuentro en la distribuidora y me pone al tanto de la situación.
El número de palabras fuera del lenguaje correcto era escalofriante.
Heriberto tenía un diccionario aparte.
Una vez iniciado mi diálogo y habiendo aplicado cuanta estrategia de mediación de conflictos recordaba de mi etapa docente. Logramos entendernos.
Buscamos distintas opciones que si bien no reparaban el daño intentaban minimizarlos.
El gerente de la estación de servicio se comunica con sus superiores y con la empresa que le vende el combustible.
Comienza a partir de ese momento un interrogatorio que podría determinar no sólo la reparación del daño, “pagar el vidrio roto”, sino también perderlos a ellos como clientes.
Voy a resumirte lo que, en esos quince minutos, que se sintieron como una hora.
Me preguntaron:
– Gerente (Ricardo): ¿El operario llevaba todos los EPP? ¿Te acordás que te dije antes que le llaman así, más moderno, a los Elementos de Protección Personal?
– Yo: sí, botas con punta de acero, delantal, anteojos, protectores auditivos, …
– Ricardo: ¿La desmalezadora está completa o le faltan piezas? Ésto lo pregunta porque habitualmente se observa que, para realizar más fácilmente el trabajo, se le quitan las piezas que protegen el cabezal de corte y aumentan en consecuencia el riesgo de accidentes.
– Yo: Tiene todas sus partes y los elementos que hacen más segura su operación. Tiene su falda, que en realidad se llama faldón, y el complemento para el corte de la tanza así no sobresale del protector y hace más seguro el manejo. Y continúo diciendo, Gonzalo verificó que ningún vehículo estuviera a menos de 15 metros, pero en ocasiones los objetos alcanzados por la tanza vuelan más como lo hizo esa pequeña piedra.
– Ricardo: más preguntas…
– yo: más respuestas…
Seguido al interrogatorio, el gerente se dirigió a las oficinas a realizar una llamada más por teléfono.
Otra espera, ahora media hora que en mis huesos parecieron una hora y media.
Sale Ricardo y se acerca con una cara que poco me permitía anticipar lo que me diría.
Hemos verificado todo lo que nos dijiste, las cámaras de seguridad determinaron que es un “accidente” y no “negligencia”. Además, el chofer hacía cinco minutos que había finalizado su tarea y no debería haber estado allí por lo que para ustedes está todo bien
Una tonelada de nervios se desprendió de mi espalda.
“Una falda evitó pagar un vidrio roto y perder un cliente”.
Con esta historia verídica, a excepción de los nombres, quiero que sepas lo importante del empleo de máquinas y herramientas tal como fueron diseñadas. Sin adaptaciones que pongan en riesgo tu integridad o la de quienes están cerca.
Ahora todo depende de ti.
Claudio. El jardinerista
PD: El cuento habla de la importancia del empleo de los elementos de seguridad en el trabajo como de mantener las máquinas con todas sus piezas, que por algo están. Eso nos protege a los usuarios y a las personas que se encuentran cerca.