El entrenador de raíces

La pregunta es: ¿Podemos entrenar las raíces de un árbol?

No hace falta ser un ingeniero aeroespacial, ni un físico nuclear o tener un coeficiente intelectual de 160 como Einstein para ser un entrenador de raíces.

Porque sí, podemos entrenarlas.

No es para que hagan piruetas, esquiven obstáculos o las hagamos crecer maliciosamente hacia el vecino para que le tiren abajo la pared porque sus perros nos “abonan” el jardín.

No pasa por ahí.

Ahora imagina que puedes usar una técnica, que NADIE te quiere contar, para entrenar las raíces y evitar que con los años “levanten” la vereda o el piso de un patio.

¿La usarías?

Seguro que sí, si te enteras a tiempo.

Es una manera muy simple y efectiva cuando se hace de la manera correcta.

Tengo amigos que me dicen que te debería cobrar por esta información, por este súper secreto profesional, pero no les hago caso porque sé que cuando nos crucemos por la calle me invitarás un café en agradecimiento. 😉

O me contratas una consultoría, lo que prefieras.

Me dejo de rodeos y vamos al grano con unas aclaraciones iniciales.

  1. Hay árboles que poseen su sistema de raíces muy superficial y esta técnica tendrá poco impacto a futuro. Investiga antes de comprarlo.
  2. Se emplea cuando incorporamos nuevos árboles al jardín y durante sus primeros años de vida. Luego el sistema se retira.
  3. Se obtienen mejores resultados cuando el clima no es lluvioso.

El objetivo es hacer que las raíces de los árboles crezcan en profundidad buscando el agua y los nutrientes allí en lugar de hacerlo en la superficie.

Por regla, muy general, lo que ves de una planta sobre la superficie del suelo es equivalente a lo que hay por debajo.

Repito, es muy generalista, poque las plantas han evolucionado adaptándose al ambiente en el que crecen y en ocasiones sus raíces son varias veces más grandes que sus copas.

¿En qué consiste la técnica?

Hay varias formas o variantes, pero vemos la más simple.

Como buscamos que las raíces crezcan en profundidad y éstas buscan el agua, debemos hacer riegos en profundidad (que no es lo mismo que riegos profundos).

Para hacerlo puedes emplear un caño de riego, o uno de PVC de 30 o 40mm de diámetro que irá enterrado verticalmente. El extremo inferior será ciego (tendrá tapón) y los primeros 20 centímetros a partir de allí tendrán orificios para que el agua salga.

Para que el trabajo se haga de la forma correcta deberías colocar entre 3 y 5 caños por arbolito a una distancia de unos 50 cm o más dependiendo del tamaño del ejemplar y que lleguen a una profundidad de entre 50 y 70 cm.

El riego se hará llenando los caños.

Al cabo de uno o dos años ya podrás retirar el sistema de riego o correrlo un metro más hacia afuera para usarlo un par de años más.

Claudio. El jardinerista

PD: Esta práctica además de “entrenar” las raíces hará que exploren mejor el suelo y como beneficio extra la planta crecerá mucho más rápido en esa primera etapa.

PD1: Podrás encontrar este sistema realizado con un solo caño inclinado y con el extremo justo debajo de la planta, también resulta.

PD2: No emplees un solo caño vertical a un costado de la planta porque las raíces crecerán de forma desequilibrada porque irán principalmente hacia ese solo lado.

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