De las macanas que nos podemos mandar en un jardín, ésta es más frecuente de lo que crees.
Como ya te anticipé, la siguiente historia es real.
Contada con ciertas licencias “artísticas”.
Pero 100 % real.
Estaba haciendo memoria sobre el año en que ocurrió, creo que 2009, aunque no viene al caso porque “aprendimos” la lección.
Francisco (no es su verdadero nombre) hacía poco tiempo que trabajaba con nosotros en la empresa.
Era un año de los buenos, de los que aumenta la cartera de clientes y también nuestra capacidad de generar fuentes de trabajo.
Francisco se incorporó a trabajar, y frente a la demanda, no tuvimos mucho tiempo para ver si lo que su currículum decía era verdad.
Un error que nos lamentamos, y que no repetimos.
Cuando estábamos terminando uno de los servicios, le pregunté si tenía práctica fertilizando el césped.
Me dijo que sí.
Le entrego la cantidad a aplicar y me dirijo a hablar con el propietario porque se iba de vacaciones al día siguiente.
No fue hasta una semana después que el manto verde parecía la piel de un tigre de bengala.
Líneas amarillas por todos lados.
Al aplicar el fertilizante lo arrojó al voleo, pero no lo distribuyó bien.
Donde cayó concentrado, el césped se quemó.
Por suerte las vacaciones duraban más de un mes y logramos recuperar las partes dañadas en ese tiempo.
Casi no se notaban las líneas y no pasó a mayores.
Moraleja:
Si tienes que contratar personal, certifica sus conocimientos antes de encargarle una tarea.
Claudio. El Jardinerista